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Hablemos un momento de la consulta que se realizará el domingo 17 de marzo para determinar si Susana Villarán será echada del cargo de Alcaldesa de Lima o no.

Yo votaré por el SÍ. Me arriesgaré. No quiero a Villarán ni a su círculo de políticos soberbios e ineficaces ni un día más en cargos públicos tan importantes. Si mi decisión es un error, lo sabré después, como ocurre con todo en la vida. Y entonces, para la siguiente seré más cuidadoso. Esta vez voto por el .

sinoEn anteriores posts he mencionado mi opinión de que la actual alcaldesa merece ser revocada. Dos años después de asumir el cargo, Lima no ha avanzado, pero lo peor de todo es que hemos sido utilizados como una excusa ideológica, objetos políticos, para que un grupo de izquierdistas poco preparados crean que están de alguna forma creciendo o fortaleciéndose políticamente. Todos los errores, comentarios, actitudes, omisiones y evidencias de corrupción de los actuales funcionarios del Municipio de Lima han estado teñidos por esta descarada soberbia graficada en un constante, «todo va bien, nunca nos equivocamos, le tienen miedo a este nuevo estilo de hacer política», o en la mítica frase «nosotros somos decentes, todos los que nos acusan son parte de una mafia apro-fuji-montesinista».

En el 2010, Villarán y Fuerza Social no esperaban ganar, no iban a ganar, y se encontraron con una victoria absolutamente regalada por la caída de Kouri, la malísima campaña de Flores Nano, algunos medios de comunicación afines, empresarios oportunistas, y pequeñas «elites» ideologizadas que buscaban no una alcaldesa sino una oportunidad para decir que la izquierda había ganado algo, conseguir trabajo y treparse en la ola aparentemente «socialista» de Humala y Nadine (digo aparentemente porque gracias a Dios Humala es más continuista que Alan con respecto a Toledo). Casi ninguno de los que ahora gobierna Lima podía decir que tenía un «Plan», «Experiencia», o un «Nuevo Estilo» de hacer política. Nunca habían gobernado.

Hoy, a pocos días de la revocatoria, es evidente que, se quede o no en el cargo, los días en la política de Villarán y sus amigos más cercanos están contados. Ella nunca más asumirá un cargo público notorio. Sin embargo, hemos perdido dos años de proyectos, obras, normativas pragmáticas útiles y eficientes para la ciudad. La política pragmática y eficaz (no necesariamente corrupta) fue detenida por esta política ideologizada, intolerante, soberbia, nepotista y elitista de Fuerza Social.

También he sido claro en decir que el mecanismo de la revocatoria es un arma de doble filo y debería ser modificado. Si bien Villarán merece ser revocada, no se si debería serlo. El mismo mal podría recaer sobre cualquier otro alcalde, de izquierda o derecha, que, haciendo «no tan bien» las cosas, puede encontrarse con enemigos que levanten una campaña a lo «Favre» y sea echado otra vez sin terminar su período. La revocatoria no debería ser tan fácil, ni en Lima ni en ninguna otra provincia o distrito. Podría sacrificar mi profunda oposición a este grupo político y a su ideología por el bien de una institución.

En este sentido el dilema es ¿vale la pena votar por el SÍ o por el NO?

Sé que Villarán es una pésima alcaldesa y las últimas movidas que ha realizado con los transportistas, por ejemplo, fueron simplemente para poder ganarse sindicatos y sectores populares que, sin algún regalito político, hubieran estado del lado de Marco Tulio. Y esto es bastante cuestionable. Ella merece ser revocada.

Sé también que romper con el período puede traer consecuencias a mediano plazo en el fortalecimiento del Gobierno Local como institución crucial en el desarrollo de Lima y el Perú. Ya puedo imaginar consultoras especializadas en procesos de revocatoria, armadas con la misma gente que ahora articula esto desde el sector revocador. Estamos desestabilizando una institución democrática al menos por un tiempo.

Sin embargo, sé también que es falso que las obras se paralizarán, que el costo económico podría ser usado en otras cosas, que Lima quedará sin rumbo, que todos los que apoyan la revocatoria son corruptos, que llegará el Apocalipsis. Todo esto es falso.

Lo que es cierto es que el siguiente alcalde, y el siguiente, y el siguiente, gobernarán con miedo y, como en todo, después de la primera vez la segunda se mejora, y los mecanismos que «futuros revocadores» utilicen serán más sofisticados, más inteligentes, porque ya hubo una primera experiencia «exitosa».

Mi recomendación: que tu voto sea un voto consciente. Si crees que Villarán, la «Izquierda», Favre, Zegarra, Glave y compañía, merecen ser revocados por una razón de «lección política», ideológica y porque no deberían gobernar por inútiles, entonces vota por el . Si crees que un nuevo alcalde podría hacer las cosas mucho mejor y que el costo económico y operativo de este proceso no será tan alto (no tenemos como saber si será alto o no puesto que nunca hemos pasado por esto), vota por el .

Si consideras que Villarán merece ser salvada de la tormenta, y recibir el regalo de utilizar esto como una victoria de su «izquierdista democracia tolerante» (porque eso es lo que hará, utilizar una virtual victoria como una palanca ideológica contra la derecha y la oposición), seguir en el cargo hasta que termine, y que todo lo que ha hecho mal sea ocultado por las sábanas del tiempo y la historia; si crees que no lo está haciendo tan mal, si crees que las cosas serán peores con ella revocada y que el costo económico y operativo de este proceso sí será muy alto (repito, no tenemos como saber si será alto o no puesto que nunca hemos pasado por esto), entonces, vota por el NO.

Pero no votes por el NO solo porque aparecen dos o tres oportunistas y cuatro o cinco actores de televisión para convencerte. No votes por carteles o porque la campaña es «buena». No votes por lo exitosa que es su campaña, articulada por un tipo bastante oscuro que sigue entrando al país con documentos y visas irregulares. No votes por el , tampoco, si no eres consciente de que estás desestabilizando una institución política muy importante, porque eso es lo que estás haciendo, desestabilizando una institución política, que, repito, si no se revisa el mecanismo de la revocatoria, podría sufrir los mismos embates una y otra vez.

Otra vez: yo votaré por el SÍ. Me arriesgaré. No quiero a Villarán ni a su círculo de políticos soberbios e ineficaces ni un día más en cargos públicos tan importantes. Si mi decisión es un error, lo sabré después, como ocurre con todo en la vida. Y entonces, para la siguiente será aún más cuidadoso, pero no esta vez. Esta vez voto por el .

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